LOS DERECHOS Y LAS LIBERTADES DE LOS VIEJOS EN LA EUROPA DEL TERCER MILENIO


Por Carlos Paz Rìos
La preocupaciòn por el futuro de todos los que estamos entrando a la tercera edad y los que ya lo estan en esta parte del hemisferio al constatar como disminuyen cada dìa las posibilidades de ocupabilidad, las pensiones son exiguas y la seguridad social deficiente me llevô a hurgar en la Europa, caracterizada por ostetar los denomiados Estados de Bienestar y lo que encontre me aterrò. El mundo necesita con urgencia un nuevo orden,porque en el que vivimos lo humano esta quedando en un segundo plano.
Una de las últimas “verdades” que se ha impuesto en la sociedad europea es la necesidad de aumentar la edad de jubilación en dos años, ya que la esperanza de vida ha aumentado en cuatro en los últimos decenios y, por tanto, no tiene sentido que menos trabajadores en activo paguen las pensiones de más clases pasivas, las cuales podrían trabajar más años.

Esta “verdad” parte de unas falacias notables que casi ningún medio de comunicación ha puesto en entredicho.

Como esto parece que interesa poco a la gente dada la escasa rebeldía popular, y yo no quiero perder la atención del lector, voy a colocar algunas tías en pelotas en medio, sin venir a cuento, que eso siempre tira mucho y ameniza la lectura.

La falacia del concepto

Que la población viva ahora más años que antes no quiere decir que esté también en condiciones de poder trabajar durante más tiempo porque el envejecimiento se retrase, como dice el profesor Navarro. De hecho lo que ha aumentado es la esperanza de vida de las enfermedades crónicas (diabetes, cáncer, etc), cuya edad de aparición encima se está adelantando. Así que lejos de retrasarse el momento de la vejez, éste se está incluso anticipando, a mayor gloria de la cotización de las acciones de las empresas farmacéuticas.

No somos jóvenes y fuertes más años, sino que somos viejos más años, y precisamente por eso lo que necesitaríamos sería un mayor esfuerzo en las pensiones y no uno menor.

La falacia estadística
La esperanza de vida de una sociedad A compuesta por dos personas que mueren a los 78 y 80 años respectivamente es 79: (78+80)/2.

La esperanza de vida de una sociedad B compuesta por dos personas que mueren a los 2 y 80 años respectivamente es 41: (2+80)/2.

¿Quiere esto decir que los individuos de la sociedad A viven 38 años más que los de la sociedad B? Por supuesto que no.

Bien, pues lo que más ha disminuido en Europa en las últimas décadas es la mortalidad infantil, ya que la esperanza de vida de un hombre que ha llegado a los 65 años es apenas 1,6 años mayor que hace veinte años, como dice el Instituto Nacional de Estadística.

La falacia del mercado laboral

Como explica el profesor Galbraith Junior, el mercado no puede crear tantos puestos de trabajo como gente dispuesta a trabajar hay hoy en día. Por eso existe lo que los economistas llaman paro “estructural”. Un paro que nada tiene que ver con los ciclos económicos, sino que, simplemente, siempre perdurará a no ser que una guerra o una plaga acabe con una buena parte de los trabajadores en activo.

La existencia de paro estructural hace que los empresarios puedan elegir a la hora de contratar. Lógicamente, los empresarios contratarán aquellos recursos humanos que resulten más baratos, más flexibles, menos conflictivos y más productivos. Esto es, los jóvenes. Sobre todo en estos tiempos en que la tecnología deja obsoletos tan rápidamente los antiguos modos de trabajar.


Si existe paro estructural, podemos anticipar que ningún trabajador de 65 años podrá nunca encontrar un puesto para él porque los escasos puestos que existen serán para mayor gloria de los beneficios empresariales.

La falacia de la producción
Es cierto que menos población activa debe atender a una población pasiva ligeramente mayor en número (ya hemos visto que esa esperanza de vida apenas aumenta en 1,6 años). Así, la aritmética simple parecería decir que los trabajadores en activo tendrán que hacer un esfuerzo superior a la hora de destinar recursos para atender a los jubilados.
Pero resulta que la productividad del trabajo es una realidad que existe, como el café o los espejos o los enchufes. Y la productividad significa que aumenta la cantidad de beneficios obtenidos destinando menos recursos.

Obviamente, jamás se hubieran impuesto las nuevas tecnologías en los modos de producción de las empresas si éstas no ofrecieran a sus accionistas más beneficios destinando menos recursos. La productividad aumenta, y hace que con menos se pueda dar más. Los datos dicen que la productividad en España aumenta una media del 1,5% al año, lo que implica que en cincuenta años el PIB sería 2,2 veces el de ahora, sin necesidad de destinar nuevos recursos. ¿Realmente no se podrá hacer frente, con un PIB 2,2 veces mayor, a un incremento de la esperanza de vida de 1,6 años?

De hecho, todos los economistas están previendo crecimientos de PIB en Europa y EEUU a la vez que prevén caídas en el nivel de empleo. Y ningún ultraliberal se escandaliza por esto.

Como ejemplo a la orden del día, en 2010 desaparecieron 11 millones de puestos de trabajo en EEUU que, según los economistas, ya no volverán a recuperarse. Pero la banca ya está pagando más bonus a sus directivos que antes de la crisis. Y es que este año ha sido, como es normal, más productivo.

La “verdad” que no cuentan los políticos que toman estas decisiones en España, en Francia, en Italia, en el Reino Unido, en toda Europa, es que la sociedad no está dispuesta a atender a sus mayores y que prefieren abandonarlos a su suerte. Así, las recomendaciones de los bancos de inversión para controlar el “intolerable” déficit fiscal reduciendo las pensiones, es bien recibido. No supondría un salto cualitativo en absoluto que algún día propusieran que Sanidad no atendiera a nadie que haya cumplido los 65 años y dejarles morir sin más. Y esa sociedad somos nosotros
http://ellagartoentulaberinto.blogspot.com/2011/01/autodefensa-intelectual-y-mujeres.html

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